A partir de los datos etnográficos de los proyectos SyrianFoodFutures (2019) y From The FIELD (2020), se proporciona evidencia sobre los primeros efectos de la pandemia de COVID-19 en el trabajo agrícola de refugiadas y refugiados en Iraq, Jordania, el Líbano, Siria y Turquía. En la primavera de 2020, las restricciones de movimientos y las interrupciones de la cadena de suministro hicieron que las y los trabajadores agrícolas sirios perdieran sus empleos y se enfrentaran a una mayor inseguridad alimentaria. Los autores destacan el uso de la ambigüedad legal por parte de los países de acogida hacia la población refugiada, la dependencia de la agricultura de Oriente Medio de la mano de obra migrante y la prolongada inseguridad alimentaria de la región. Llegan a la conclusión de que la formalización del trabajo de la población refugiada no es suficiente para hacer frente a la explotación.
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