En este artículo se propone que El arte de la palabra, novela de Enrique Lihn que integra su trilogía sobre el poder, construye una mirada autoparódica que desenmascara la retórica dictatorial y la simulación de los componentes que dan forma a la realidad. Lihn, valiéndose de la hiperretórica como estrategia textual, configura una sátira del campo cultural marcado por la censura. Estamos ante una obra de carácter fantasmático e inconcluso, que si algo llega a comunicar al lector, lo hace por medio de la inferencia que se da a través de los intersticios de una suma de files yuxtapuestos. Lo que prevalece en términos narrativos es la configuración de un poder transhistórico y una revisión crítica al oficialismo de los artistas que buscan acercarse al régimen de turno para medrarlo.
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