Estados Unidos ya no es la única gran potencia en el sistema internacional. China ha ido asumiendo un papel mucho más activo en la esfera política y geoestratégica global, transformando la política internacional, así como el equilibrio de la economía mundial. La aspiración del gigante asiático a convertirse en una potencia económica, militar y geopolítica ha generado tensiones ocasionales con los países occidentales desde principios del 2000. Estas tensiones se hicieron especialmente visibles con la fuerte escalada de restricciones comerciales con Estados Unidos a partir de 2018, dando lugar a un proceso de desacoplamiento entre ambas potencias. El estallido de la pandemia en 2020 y la reciente guerra en Ucrania han acelerado esta tendencia de desacoplamiento, dando lugar a un entorno internacional más complejo y disputado donde tanto Estados Unidos como China tienen ambiciones hegemónicas y compiten entre sí por el poder mundial en tres esferas económicas principalmente: comercial, tecnológica y financiera.
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