Con la autonomía se cierra, al menos formalmente, la construcción del estado regional avanzado definido por la Constitución española. La creación de una Comunidad autónoma a partir de los actuales límites provinciales de Madrid es la fórmula más aceptable de entre todas las posibles, dado que permite equiparar a sus cinco millones de habitantes con el resto de los españoles sin someterlos al estatus político rebajado del distrito federal. Comienza el futuro y es posible atisbar algunos problemas, como son los derivados de la convivencia en un territorio reducido de tres ámbitos con dinámicas propias: el municipio de Madrid, el área metropolitana y la provincia.
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