Cuando los medios de comunicación están tan concentrados como en Chile, organizar un referéndum sin reformar el sector equivale a conferirles a los patronos de la prensa el estatus de grandes electores. Pero, ¿es este fenómeno suficiente para dilucidar el rechazo el pasado septiembre de un proyecto de nueva Constitución? ¿O hay otras razones por las que el pueblo no siempre vota como desearían los progresistas?
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