No ha sido Madrid, ni capital ni la provincia, tierra especialmente dada a los himnos. A pesar de ello parece momento adecuado para detenerse en el tema, habida cuenta que la Comunidad Autónoma huérfana de bandera, escudo e himno busca símbolos tras los que significarse. El texto de García Calvo, que tendrá que aprobar la Asamblea en fecha próxima, ha saltado a las páginas de los diarios y promete dar pie a la polémica entre los partidarios del regocijo y quienes gustan más de la épica.
La otra muestra es un curioso himno de la Villa, al que hemos titulado "Madrid", a falta de algo mejor, que se cantaba por los años 20 en el Teatro del Centro de Hijos de Madrid, donde ahora habita el Calderón, en la calle de Atocha. Dos épocas, dos maneras de entender las cosas para un mismo objetivo: poner música y letra a esto tan heterogéneo e inabarcable que llamamos Madrid.
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