Se plantea en estos días el futuro del predictor meteorológico, y no sólo eso, sino también la necesidad de su papel en la elaboración del producto final, teniendo en cuenta los fulgurantes avances en la computación de estos últimos años. Además de estas consideraciones evidentes, que se dan en todos los servicios meteorológicos del mundo, hay que añadir la problemática específica de la AEMET y su nueva estrategia operativa y organizativa. La difícil meteorología de nuestro país, con una compleja orografía y ubicado en una zona de transición entre dos mares y entre dos continentes tan diferentes, hacen de cada predicción un desafío. Por eso los modelos organizativos de otros países europeos, donde la meteorología es completamente diferente, no son exportables. Plantear el papel del predictor es un problema muy complejo que hay que abordar de forma multidisciplinar. Hemos querido basar nuestro trabajo, no sólo en la bibliografía sobre el tema, sino también en nuestra dilatada experiencia como predictores en Bases Aéreas, GPV, CNP y CNPD, porque consideramos que el conocimiento del trabajo diario, que es imprescindible a la hora de plantear el problema y propones soluciones, no se tiene suficientemente en cuenta.
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