Históricamente, los modelos de recría se han basado en criar cada ternera que nacía en nuestro rebaño, intentando mejorar su potencial genético únicamente por vía paterna, y donde a menudo, estimar la rotación anual de remplazo suponía un cálculo relativamente sencillo. Pero en la última década ha habido grandes avances, que nos permiten utilizar desde semen sexado hasta genotipar todas las hembras de nuestra ganadería para conocer con mayor fiabilidad el potencial genético de cada una de nuestras vacas, especialmente el de las más jóvenes, dando pie a un amplio abanico de estrategias de remplazo.
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