La guerra de los siete años (1756-1763) abonó el terreno para la crisis entre la Corona británica y sus colonias americanas. Inglaterra ganó la contienda, pero la victoria había resultado muy costosa, ya que las arcas del Imperio quedaron esquilmadas. Ante esta tesitura, el gobierno británico se vio obligado a crear nuevos impuestos, y, por que no, pensó que hacer contribuir a las colonias americanas al erario, que apenas pagaban impuesto alguno, podría ser una solución.
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