A pesar del reconocimiento cada vez mayor del patrimonio industrial, siguen siendo comunes las intervenciones urbanas y arquitectónicas basadas en un conocimiento superficial y en la subordinación al proyecto de cualquier otra consideración. La reordenación del sistema ferroviario en Burgos dejó sin uso la antigua estación, acometiéndose entonces la ordenación general de los antiguos espacios y edificios ferroviarios desafectados. A la luz de las diversas etapas de este proceso, cabe plantearse ¿en función de qué criterios se toman las decisiones sobre qué -por qué y para qué- elementos se preservan? En nuestro caso el origen fue la asesoría de Herzog y de Meuron, con una visión de los elementos afectados como hitos que, por su localización, volumen o características formales, eran susceptibles de ser integrados en un gran proyecto urbano, aunque sin motivar expresamente las razones de tal elección. El Plan Especial de la Estación supuso la materialización de estas ideas, ordenando el espacio público sin una mínima comprensión de lo existente y eliminando las referencias al uso anterior. Finalmente, la intervención sobre edificios aislados, que aunque todavía no ha finalizado, cuenta tiene ya con dos actuaciones que merecen atención. Por una parte, la antigua reserva de tracción y su entorno (el ‘Hangar’), donde se intervino respetando las preexistencias, a veces incluso sin conocerlas plenamente, manteniendo la legibilidad de los espacios y elementos. Y por otra el edificio de viajeros (la ‘Estación’), de carácter más monumental, donde, por el contrario, se ha desarrollado un proceso de investigación y conocimiento, sobre todo en lo referente a la materialidad y la estructura, para acometer posteriormente un proyecto de re-uso que sólo ha respetado las fachadas, y ha descontextualizado todo lo demás.
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