El presente estudio manifiesta que el quehacer intelectual del sacerdote no es una realidad estática que queda fijada en los parámetros de la teología aprendida en el periodo de formación. La atención a las corrientes internas que agitan continuamente el mundo y la cultura en que vive y a la que sirve, han de instar al ministro a una lectura renovada de la sagrada escritura, de los principios teológicos que sostienen su ministerio apostólico, así como de las ricas indicaciones que emana el magisterio de la iglesia. la inteligencia de la fe es una realidad dinámica que exige tanto la claridad de aquellos principios que son irrenunciables, como la audacia de leerlos a la luz de los afanes, no siempre puros, de la cultura dominante, tanto en la biblioteca como en la calle.
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