¿Puede el sacerdote secular prescindir en su contacto con el mundo de la dispersión propia del mismo? Puede -dice el autor- "que sea la dispersión un designio del amor de Dios que lo introduce cotidianamente en esa dispersión para prolongar el misterio de su Hijo encarnado", para procurar que el Espíritu se explaye en la vida concreta y cotidiana de la persona. Significa desarrollar el hábito de estar atento a las personas en su contexto aprendiendo una paternidad verdadera, no aparente...
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