La única línea posible de acción eficaz es reconocer que la cuestión no radica en resolver el problema de la movilidad a cualquier precio. La cuestión se centra en facilitar la accesibilidad como indicador de calidad de vida. Para ello es necesario transformar radicalmente el funcionamiento de las ciudades, devolverles su eficacia funcional e incrementar los niveles perdidos de calidad de vida. Recuperar espacios públicos, cambiar la relación del coche con la ciudad. Desarrollar políticas integrales, profundizar la concertación interadministrativa y la colaboración son instrumentos que es preciso poner en tensión.
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