El ferrocarril divide a Palencia en dos mitades perfectamente incomunicadas entre sí. Constituye una poderosa barrera urbana similar a la existente en muchas ciudades españolas que han crecido de espaldas a este dato fundamental en su estructura urbana. Aceptando el derecho del ferrocarril a la ciudad se propone para el caso palentino una integración "a ojos vista". El ferrocarril deja de ser un obstáculo para convertirse en espectáculo, minimizando el impacto acústico que su paso provoca.
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