En el sudoeste peninsular, Phytophthora cinnamomi inflige una grave enfermedad a los encinares y alcornocales. A pesar de que la epidemia dura ya más de tres décadas, aún no se dispone de un medio de control efectivo. La detección de focos a través de imágenes aéreas y el análisis espacial de su distribución a distintas escalas nos ha permitido mejorar nuestro conocimiento de los mecanismos de transmisión del patógeno y de los factores de riesgo asociados. A escala de parcela, la morfología y distribución de los focos de P. cinnamomi en brezales demostró que el flujo del agua en ladera explica el crecimiento de los focos existentes. Sin embargo, es el surgimiento de nuevos focos el principal motor de la enfermedad. Un nuevo modelo epidémico, aplicado en bosques a escala de paisaje, indica que el 80% de los nuevos casos son debidos a contagios de corta distancia, la mitad de ellos a menos de 250 m. Ambos estudios sugieren que se trata de una enfermedad muy contagiosa con un papel importante de los vectores de transmisión operando a diversas distancias.
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