Los resultados de las elecciones mexicanas de 2009, en las que estaba en juego la renovación total de la Cámara de Diputados, implicaron una modificación en la distribución del poder: el opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus aliados en este proceso lograron controlar la mayoría, que ya poseían en el Senado, completando así su dominio en ambas cámaras del Congreso. El resultado limita al gobierno del presidente Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional, para poder llevar a cabo su plan de gobierno, que incluye una serie de reformas, como la energética, la laboral y la fiscal, por citar sólo algunas.
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