Un cambio de trabajo conlleva siempre un cierto cambio de vida, y, sea voluntario o no, es un proceso que, inevitablemente, supone pérdidas, emociones y dudas. Para facilitar el camino y reducir las posibilidades de fracaso, es de gran utilidad gestionarlo con inteligencia emocional e inteligencia estratégica: saber qué nos sucede, cómo nos sentimos al sumergirnos en un cambio y qué hay que tener en cuenta para resolverlo de forma adecuada. Aquí se exploran las fases necesarias de toda transición y construcción laboral, y se analizan las habilidades y actitudes que pueden ayudar y las conductas y pensamientos que hay que evitar para incrementar las posibilidades de alcanzar el éxito.
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