Terminado el tiempo de escucha de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, es oportuno dar gracias a Dios por los frutos de este proceso, pero también una oportunidad para mirar la experiencia y, desde allí, proyectar los pasos próximos en sinodalidad o, si se quiere decir en lenguaje secular, dar nuevos pasos para ampliar la participación de los fieles en el discernimiento de los signos de los tiempos. Porque es claro: en este plano se ha dado un paso importante, que es el inicio de un camino muy amplio.
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