Al llegar a Santiago, el peregrino puede quedar cegado por el cansancio o por otras distracciones que no le permitan reposar adecuadamente la experiencia vivida durante el camino. En este artículo presentamos algunas orientaciones para recoger la vivencia interior del camino, con el fin de poder llevarlo a su vida cotidiana al regresar a los lugares de origen. Planteamos que esa oferta puede venir representada por tres tipos de abrazos simbólicos, e incluso literales, que se proponen al llegar a la ciudad: el abrazo de la acogida, el abrazo de la fe y el abrazo del envío.
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