A pesar de la intensidad de las dos crisis que ha sufrido la economía en los últimos tres años (la del COVID-19 y la de las materias primas, recrudecida por la guerra en Ucrania), la tasa de morosidad no ha aumentado en la banca española, lo que en parte se explica por las medidas adoptadas para paliar el impacto de dichas crisis. No obstante, en el caso de las empresas, el análisis desagregado a nivel sectorial muestra importantes diferencias tanto en la tasa de morosidad como en su evolución en estos últimos años. Aunque predominan los sectores con caídas de la morosidad, en los más vulnerables al impacto de la crisis, esa tasa sí ha aumentado, como es el caso de la hostelería y las actividades que tienen que ver con el ocio y entretenimiento. En la comparativa con la UE, destaca sobremanera el sector de las actividades recreativas, artísticas y de entretenimiento, con una tasa de morosidad en España que duplica la europea. Dada la importante revisión a la baja del crecimiento del PIB para 2023, en un contexto de inflación que obliga a la subida de tipos y al consiguiente endurecimiento de las condiciones de acceso a la financiación, lo más probable es que la morosidad presente un punto de inflexión en los próximos meses, lo que aconseja al sector bancario no relajar su política de provisiones, tal y como advierten los supervisores.
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