Edelmiro Santiago Osorio, Itzen Aguiñiga Sanchez, Edgar Ledesma Martínez
El cáncer es una de las principales causas de muerte a nivel mundial desde el año 2010 y las cifras seguirán en aumento durante los próximos años. De acuerdo con la Secretaría de Salud la tasa de mortalidad en México para 2008 por los diferentes tipos de leucemias (linfoide, mieloide, monocítica y otras) se estimó en 3.5 por cada 100,000 habitantes, mientras que Globocan reportó para 2012 una tasa de mortalidad ajustada por edad de 3.7 por cada 100,000 habitantes (INEG, 2021).La leucemia mieloide aguda (AML) es un tipo de cáncer de la sangre caracterizado por la expansión clonal de progenitores hematopoyéticos en ausencia de diferenciación y maduración terminal, así como de muerte por apoptosis.La quimioterapia como tratamiento, sigue vigente en pacientes oncológicos, sin embargo, los agentes quimioterapéuticos además de eliminar células tumorales tienen efectos secundarios en tejidos normales como el hematopoyético responsable de la renovación de las células de la sangre, mismas que son muy importantes en la defensa de nuestro organismos, por lo que una reducción en su producción produce la mielosupresión, problema que limita el propio tratamiento de pacientes con cáncer o leucemia. De esta manera, a pesar del avance en el conocimiento en la bioquímica, biología celular y molecular aplicada al tratamiento de la leucemia, la sobrevivencia a cinco años es de 60% en jóvenes y 10% en mayores de 65 años. En consecuencia, sigue vigente la necesidad de encontrar alternativas terapéuticas que permitan aumentar la sobrevivencia sin los efectos colaterales de la quimioterapia. Una estrategia ideal para el tratamiento de la leucemia es aquella que elimina a las células malignas, con la mínima toxicidad para los tejidos normales. Por lo que una opción es el uso de moléculas de origen natural que cumplen este requerimiento.
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