Injustamente desconocido en el extranjero, y aun en provincias, el Téâtre des Champs-Élysées es la sala de los parisinos por antonomasia. A las innegables cualidades acústicas -las mejores de París- y arquitectónicas del edificio, a su nutrida colección de obras de arte y a su interesante programación sinfónica y lírica, se añade la presencia de un público asiduo, conocedor, discreto, elegante sin ostentación, que ha integrado esta sala desde siempre en su agenda social. El caso, por ser el único hoy en la capital, merece ser destacado y es una visita obligada para todo melómano de paso por a París.
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