María del Carmen Fraile Alonso, Mario Medina Miguelañez, David Revilla Nebreda, Esther Cardeñoso, Concepción Román Curto
Puntos para una lectura rápida • Ante la sospecha de EAA es clave la derivación de manera preferente al servicio de dermatología para la toma de biopsia, confirmación diagnóstica e inicio precoz del tratamiento.
• En los pacientes con EAA diagnosticada, el papel del médico de atención primaria es clave para el control de la morbimortalidad asociada tanto a la enfermedad como a la medicación inmunosupresora que precisa.
• Las EAA pueden estar desencadenadas por fármacos. Es necesario revisar los fármacos prescritos, la relación temporal con la clínica cutánea y conocer aquellos fármacos que se relacionan más frecuentemente con las EAA, como las gliptinas en el penfigoide ampolloso.
• Las curas domiciliarias con antisépticos, soluciones astringentes y apósitos vaselinados, junto con la corticoterapia tópica, es crucial para la evolución favorable de estos pacientes.
• El penfigoide ampolloso es la EAA más frecuente. Su sospecha es clave en pacientes que presentan prurito de larga evolución y lesiones eritemato-edematosas con signos de rascado.
• La presencia de erosiones dolorosas en mucosa oral nos obligan a descartar pénfigo vulgar.
• Los pacientes con dermatitis herpetiforme pueden no presentar clínica digestiva de enfermedad celiaca y debemos descartarla en aquellos pacientes con prurito intenso y lesiones de rascado en codo, rodillas, nalgas y posterior de cuello.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados