En las administraciones públicas, el conocimiento depositado en su personal es fundamento esencial para añadir valor público a los programas y acciones de gobierno. A los gestores públicos les corresponde otorgar la importancia debida a sus conocimientos, a sus experiencias de aprendizaje y a sus competencias en aras a lograr que las administraciones sean unas organizaciones que innovan y que aprenden de forma continua para mejorar la consecución de objetivos y obtención de resultados.
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