Las tropas de Asensio acababan de pasar el río Jarama por el puente de San Martín de la Vega y se dirigían hacia la meseta que tenían delante dispuestas a flanquear el ala izquierda republicana y llegar a Morata de Tajuña. Un grupo de trabajadores metidos a soldados, en su mayoría de nacionalidad británica, se iban a interponer en su camino, pero pagando un precio muy alto. Eran el Batallón Británico de la XV Brigada Internacional, casi recién formado, y el lugar del combate iba a pasar fatídicamente a la historia como la Colina del Suicidio de la batalla del Jarama. Allí estaba la compañía de Harry Fry, que había llegado a la zona de combate con sus ocho ametralladoras Maxim y la munición equivocada. Podían ver a sus enemigos moros acercarse, desplegarse enfrente de ellos como auténticos profesionales y todo lo más que podían hacer era mandar a por las balas correctas y aguantar, empleándose como fusileros durante las próximas siete horas, que iban a hacerse eternas.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados