Teniendo como telón de fondo la pregunta ¿cuál es el gran reto de la Misión Continental?, Mons. Sánchez, con palabras del mismo documento conclusivo sugiere una respuesta: “promover y formar discípulos y misioneros” (DA 14). Y, a partir de ahí, señala tres presupuestos básicos para llevar a cabo dicho Misión: La experiencia de Dios como punto de partida y de llegada de la misión evangelizadora de la Iglesia; la centralidad de Cristo y su proyecto del Reino; y la primacía de la Palabra de Dios. Al mismo tiempo advierte sobre el gran desafío de la conversión pastoral de la Iglesia, la cual implica, entre otras cosas, una renovación personal y comunitaria, un cambio de paradigmas, una renovación de estructuras, métodos y lenguajes y la creación de un nuevo modelo de Iglesia.
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