Los autores se proponen ubicar el proceso de Iniciación Cristiana en el contexto de la Evangelización. El proceso evangelizador tiene una serie de etapas, íntimamente unidas entre sí: la acción misionera, la acción catecumenal e iniciatoria y la acción pastoral. Todas están al servicio de la conversión permanente y de la creación de comunidades maduras y adultas en la fe. La acción misionera se ejerce a través de la acción de convocatoria y la llamada a la fe. La etapa iniciatoria o catecumenal, introduce a la Iglesia a quienes se han convertido y aceptado la fe, por medio de la catequesis, por la participación en los sacramentos, por los comportamientos morales y testimonio que brotan de su incorporación. La etapa de acción pastoral alimenta a los cristianos ya iniciados y los ayuda a madurar constantemente su fe a lo largo de toda la vida. Los autores insisten en la fuerte unidad e interrelación entre estas etapas, a fin de que la unión con Cristo sea cada vez más íntima, la formación sea integral y se construyan comunidades fraternas y auténticamente misioneras.
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