La carta apostólica “Novo Millennio Ineunte”, está llamada a ser para nosotros, para toda la Iglesia, el sendero que enrumba todos nuestros esfuerzos evangelizadores y pastorales, que lleven a hacer presente a Jesucristo como “camino, para la comunión y la solidaridad”. Esto lleva implícito el gran desafío de “desentumecer las rodillas”para salir al encuentro de Jesucristo que viene a nosotros en el diario vivir.
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