No cabe duda que a todos los rincones de la tierra alcanzan los efectos de la Globalización. Pero no en todos las consecuencias son positivas, como se quiere hacer notar por parte de los genios de la misma. Algo falla. Y ese “algo” tiene que ver con la ética que la determina. La Evangelización por ser un servicio de la Iglesia a todas las naciones, a todas las gentes, tiene ante si la urgente y dispendiosa tarea de aportar, desde lo que le es más rico, su patrimonio de fe y esperanza en el Señor, para que la globalización sea más humana, es decir, tenga un rostro humano.
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