La Salud entendida como un bien que debe ser cuidado, fomentado, en cada persona y en la comunidad, no se puede reducir a lo meramente biológico-corporal. En su sentido amplio, comporta el desarrollo pleno, armonioso y global de la persona. La obra salvífica de Jesucristo, que prolonga la Iglesia, manifiesta la lucha contra todo mal para conservar el bien maravilloso de la salud, que se pone al servicio de los demás.
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