El texto da cuenta que ninguna hermenéutica puede presentarse como exhaustiva o soberana en relación al misterio de Cristo. En efecto, nadie puede asegurar una lectura satisfactoria del Mensaje y de la Persona de Jesús, sin que ella se deje visitar y orientar en sus infraestructuras y su desarrollo por Aquel que permanece en todo caso el único Señor, el único Salvador y el único Promotor verdadero de la integralidad auténtica y compleja del hombre.
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