El pensamiento filosófico del siglo XX, principalmente a partir del segundo tercio del mismo, está marcado por la crisis de la metafísica. Dos actores directos de esta crisis son el Positivismo lógico de Wittgenstein y el Postmodernismo filosófico postheideggeriano. Estas corrientes de pensamiento fracasarían al intentar fundamentar la realidad a partir de criterios de racionalidad antimetafísicos. Consecuentemente, el hombre contemporáneo quedaría lastrado por la desconfianza de la capacidad de la razón humana para conocer la verdad; y, por lo mismo, abandonado a lo meramente práctico e instrumental y relativizando toda fundamentación del saber. Frente a este panorama, Juan Pablo II propone rescatar la dimensión metafísica de la verdad para recuperar la confianza en la razón y su capacidad de conocer la verdad; y, en definitiva, para restaurar al hombre mismo que quedó resquebrajado en su unidad interior. Tal dimensión, en la perspectiva del Papa filósofo, tiene que ver con un modo de pensar abierto al ser, a la verdad, y a la trascendencia. Se trataría, entonces, de un modo de pensar que, lejos de ser un modelo único de metafísica, es la propiedad interior de toda filosofía que le hace estar orientada hacia la verdad y que, estrictamente hablando, da identidad filosófica a cualquier esfuerzo especulativo. De este modo, Fides et ratio traza la senda que la reflexión filosófica debería seguir para superar la crisis de verdad que caracteriza el pensamiento moderno y contemporáneo. La superación de esta crisis es vital para el hombre porque no se trata de alcanzar una verdad abstracta o teórica sino más bien vivencial y decisiva para su existencia. La verdad que Fides et ratio propone es la que permite alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo.
Twentieth century philosophical thinking, principally during the second-third of that century, is marked by the crisis of metaphysics. Two direct actors in this crisis are logical Positivism of Wittgenstein and post-Heidegger philosophical Postmodernism. These currents of thought would fail if they intend to found reality in the criteria of anti-metaphysical rationality. Consequently, modern humanity would be burdened by the lack of confidence in the capacity of human reason to know truth; and, for the same reason, abandoned to the merely practical and instrumental, relativizing all foundations of knowledge. In confronting this perspective, John Paul II proposed to rescue the metaphysical dimension of truth to recover confidence in reason and its capacity to know truth; and, definitively, to restore humanity itself whose interior unity is left fractured. That dimension, in the perspective of the philosopher-Pope, deals with a mode of thinking open to being, to truth, and to the transcendent. It addresses, then, one way of thinking that, far from a unified model of metaphysics, is the interior property of every philosophy that is oriented to truth and which, strictly speaking, lends philosophical identity to any speculative endeavor. In this mode, Fides et ratio traces the path that philosophical reflection should follow to overcome the crisis of truth that characterizes modern and contemporary thought. Overcoming this crisis is vital for humanity because it is not about reaching an abstract or theoretical truth but rather experiential and decisive for its existence. The truth that Fides et ratio proposes is that which allows for also reaching the fullness of truth over itself.
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