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Resumen de A New Definition of the Black Death: Genetic Findings and Historical Interpretations

Monica H. Green

  • español

    El campo de la historia de las enfermedades infecciosas se ha transformado en la última década en gran parte debido a desarrollos fortuitos en varios campos adyacentes, sobre todo, la genética. El período medieval (ca. 500 a ca. 1500) ha demostrado ser particularmente importante para estos desarrollos, no solo porque ahora es el período más antiguo del que se han recuperado genomas completos de varios patógenos bacterianos y virales, sino también porque las narrativas que se pueden construir sobre la aparición y diseminación de la enfermedad son más sólidas para este período, gracias a la cantidad de evidencias de archivo sobrevivientes. Este ensayo presenta el trabajo transformador en biología molecular que ha permitido la reconstrucción de las historias evolutivas de los patógenos que afligen a la humanidad. La peste, la enfermedad provocada por la bacteria Yersinia pestis, ha regido este nuevo trabajo. Enfermedad extraordinariamente letal, la peste brinda un excelente ejemplo de cómo las narrativas evolutivas de la genética ofrecen información valiosa para los historiadores, precisamente porque nos permiten ver fenómenos en un nivel microscópico hasta ahora invisible. Este ensayo propone una nueva definición de la Peste Negra, o, más propiamente, la Pandemia de la Segunda Peste, que se basa en una nueva comprensión evolutiva del patógeno de la pandemia. Sin embargo, los enfoques científicos no son inherentemente más productivos en verdades incuestionables que los métodos humanísticos o arqueológicos tradicionales para el estudio de la historia de la enfermedad. La complementariedad de las fuentes materiales y culturales es especialmente fructífera para el trabajo que emplea las perspectivas de la historia global. Aunque la mayor parte de la historiografía sobre la pandemia de la Baja Edad Media se ha centrado en Europa, cuya crisis con la peste no comenzó hasta 1347, argumento que una definición geográfica tan limitada bloquea no solo un siglo y medio de actividad de la peste, sino que también bloquea otros eventos relacionados en Asia y África. Dada la urgencia de comprender las pandemias en un mundo que cambia rápidamente, la historia de la peste nos ofrece el mejor modelo disponible para considerar las pandemias

  • English

    The field of infectious disease history has been transformed in the past decade in large part because of fortuitous developments in several adjacent fields, most importantly genetics. The medieval period (ca. 500 to ca. 1500) has proved particularly important for these developments, not simply because it is now the earliest period from which whole genomes of several bacterial and viral pathogens have been retrieved, but also because the narratives that can be constructed about disease emergence and dissemination are most robust for this period thanks to the amount of surviving archival evidence. This essay introduces the transformative work in molecular biology that has allowed reconstruction of the evolutionary histories of pathogens afflicting humankind. Plague, the disease caused by the bacterium Yersinia pestis, has been at the forefront of this new work. An extraordinarily lethal disease, plague gives a prime example of how the evolutionary narratives of genetics yield information valuable to historians, precisely because they allow us to see phenomena at a hitherto invisible microscopic level. This essay proposes a new definition of the Black Death, or more properly, the Second Plague Pandemic, which is based on a new, evolutionary understanding of the pandemic’s pathogen. However, scientific approaches are not inherently more productive of unassailable truths than are traditional humanistic or archaeological methods for the study of disease history. The complementarity of material and cultural sources is especially fruitful for work employing the perspectives of global history. Although most historiography on the late medieval pandemic has focused on Europe, whose crisis with plague did not begin until 1347, I argue that such a limited geographic definition occludes not only as much as a century and a half of plague activity, but also occludes connected events in Asia and Africa. Given the urgency of understanding pandemics in a world of rapid change, the history of plague offers us the best available model for thinking about pandemics.


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