El 8 de noviembre de 1788, don Gaspar Melchor de Jovellanos leía en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País el conocido Elogio de Carlos IIP, una especie de panegírico cívico-académico que, de acuerdo con las reglas retóricas y oratorias del momento, ensalzaba las «benéficas virtudes» de aquel «buen rey» y ofrecía un «tributo de reconocimiento» por «cuanto se había hecho» en su tiempo.
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