La gestión Pública en la que se interviene y se problematiza tanto como artista como gestor independiente o estatal, debe construirse desde el acuerdo entre los actores que lo ocupan y la diversidad de sus intereses. La gestión impuesta, transferida, sólo puede obtener resultados coyunturales porque no proyecta ni estimula la intervención ciudadana. Un gestor-artista debe potenciar las posibilidades que el territorio le ofrece. Para reflexionar y producir su obra tanto como para anclar su labor desde la integración e inclusión al espacio público, con lo que implica transitarlo. Legislación o regulación no deben ser términos que se excluyan de la legitimidad de un recorrido.
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