La exaltación religiosa y el fuerte doctrinarismo ético de la novela en los últimos compases del siglo XVII tiene su correlato en el tratamiento del espacio. Sin apartarse de la retórica de la norma del encomium urbis estipulada por Quintiliano y de la topografía corográfica, la representación literaria que Castelblanco lleva a cabo de Lisboa en su novela Trabajos del vicio (1680) responde a una visión ascético cristiana del mundo en la que se busca reafirmar los postulados contrarreformistas. A diferencia de otras novelas de la primera mitad de siglo, como El Peregrino en su patria, el Persiles o El Criticón, esta religiosidad ascética, que impregna la narrativa de las postrimerías del Barroco, empuja a Carlos, el protagonista de Trabajos del vicio, a buscar la salvación en la soledad del campo, escarmentado, al final de su iter vitae, del vicio de las grandes ciudades.
The religious exaltation and strong ethical doctrinarism of the novel in the late seventeenth century has its correlate in the treatment of space. Without departing from the rhetoric of the norm of the encomium urbis stipulated by Quintilian and the chorographic topography, Castelblanco's literary representation of Lisbon in his novel Trabajos del vicio (1680) responds to an ascetic Christian vision of the world in which he seeks to reaffirm the postulates of the Counter-Reformation. Unlike other novels of the first half of the century, such as El Peregrino en su patria, the Persiles and El Criticón, this ascetic religiosity, which pervades the narrative of the late Baroque period, leads Carlos, the protagonist of Trabajos del vicio, to seek salvation in the solitude of the countryside, having been chastened, at the end of his iter vitae, by the vice of the big cities.
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