La ética en el marco de la relación entre países de mayor y menor nivel de desarrollo impone que los países más desarrollados traten a los de menor desarrollo en forma equitativa, conscientes de la situación de desventaja en lo económico en que se encuentran los segundos, y con el reconocimiento de que aprovecharse del propio poder económico inevitablemente lesionará a los pobres en los países en vía de desarrollo. En diversas ocasiones hemos visto un marcado incumplimiento de este precepto en las relaciones económicas globales: una agenda de comercio internacional establecida con miras a promover los intereses de los países más desarrollados, por lo menos parcialmente
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