Silvia Noemi Vázquez Solsona, Tonatiuh Gallardo Núñez
Nacido en Petrogrado en 1920, Vlady vivió en carne propia todas las contradicciones de la Revolución Rusa; de ahí que no fuera para nada extraño que el tema de la 'revolución' hubiera impregnado tanto su pensamiento como su obra artística. Entender el proceso revolucionario desde la perspectiva de Vlady resulta por tanto valioso al menos por dos motivos: pasa por la experiencia, y es tratado artísticamente. Cabe advertir que el arte, como documento histórico, necesariamente implica un abordaje particular; pues la materia de sus contenidos se distancia de lo que la historia pueda ofrecernos. En este sentido, centrarnos brevemente en algunas escenas del mural Las Revoluciones y los Elementos que Vlady plasmó en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada nos permitirá no sólo entender la visión que Vlady construyó sobre la revolución; sino que también nos llevará a comprender el papel que el amor –tanto en su vertiente sacra como profana– juega al interior del proceso revolucionario. Para Vlady, el erotismo amoroso será el principio y fin de la Revolución total; esa que toma en consideración no sólo los factores económico-materiales, sino también los subjetivos. De ahí la importancia de esa otra revolución un tanto ignorada: la revolución freudiana.
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