El privilegio de pensar sistemáticamente otorga a los estudiosos de las diferentes ramas del conocimiento científico -como es el Derecho- el privilegio de revelar la operatividad de todo, sí, absolutamente todo lo que nos rodea. Sin tal pensamiento difícilmente podríamos conocer el funcionamiento del mundo; el funcionamiento de nuestros cuerpos, el funcionamiento del sistema social o el funcionamiento de las normas legales en beneficio de la sociedad. En otras palabras, la complejidad sistemática en la que estamos inmersos contribuye a que surja un pensamiento sobre lo que es posible percibir y lo que no, pero que existe. Tal es el caso del derecho penal del enemigo del profesor Günther Jakobs, que no vemos; sin embargo, su aplicabilidad se hace efectiva al no cumplir los roles y, en consecuencia, las expectativas sociales que la sociedad se ha impuesto a sí misma. Esta afirmación se demostrará en líneas posteriores.
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