Sólo sé que no sé nada” nos decía Sócrates, invitándonos a cuestionar nuestros conocimientos. Esta invitación no se ciñe solamente a conocimientos externos, también y especialmente se dirige a cuestionar lo que creemos saber de nosotros mismos. Porque, realmente, ¿qué puedo saber si no puedo conocer la realidad más cercana que soy yo mismo? La invitación socrática nos permite saltar por encima del cerco que forma nuestro sistema de creencias, juicios, prejuicios, opiniones, informaciones… Adentrándonos en nosotros mismos con la curiosidad del filósofo, con asombro y atención, yendo más allá de lo que “parece ser”. Practiquemos un mirar que no se identifica con lo que mira, que no reacciona ante lo que ve.
Silencio. Contemplación. Aceptación.
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