Marta Albertí Ibarz, Angel Bergés Lobera, María Angeles Rodríguez Santos
Tradicionalmente se ha asumido que tanto en España como en Europa la financiación empresarial presentaba un excesivo sesgo bancario, en detrimento de los mercados de capitales y contrariamente al modelo estadounidense, en el que primaba la apelación a los mercados. Con el objetivo de corregir dicho sesgo, la Comisión Europea puso en marcha en 2015 su proyecto de Capital Markets Union (CMU), tras el que un elevado número de empresas españolas y europeas se estrenaron como emisores. El tensionamiento de dichos mercados desde el inicio de la escalada inflacionista se ha traducido no solo en un intenso repunte de tipos en el mercado secundario, sino en una fuerte contracción de la actividad en el primario, lo que ha imposibilitado las emisiones de muchas de esas empresas, que se han visto obligadas a volver al canal bancario. Esto ha supuesto un repunte en el volumen de concesión a grandes empresas, aprovechando unos tipos bancarios que, aunque se han incrementado en los últimos meses, lo han hecho con menor intensidad que el coste de la financiación en el mercado. En este artículo se analiza la f inanciación empresarial a través de bancos y mercados, para resaltar el papel complementario (que no sustitutivo) entre una y otra, con la banca actuando como back up en momentos en los que los mercados de bonos sufren interrupciones en su capacidad de financiar el tejido productivo. Ese papel de la banca es tanto más destacable si se tiene en cuenta que también ella ha sufrido la crisis de los mercados de bonos en su propia capacidad de emisión
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