Desde Hobbes, la teorización del soberano se ha mostrado conflictiva en tanto que instancia representativa desencantada. En este estudio se pretende abordar ese problema en la obra de Max Weber y de Carl Schmitt, quienes, partiendo del diagnóstico de la modernidad como desencantamiento del mundo, despliegan dos modelos contrapuestos de la representación política y de la democracia que otorgan un papel central al soberano como última ratio del orden ante la democratización del Estado. A la luz de dos concepciones histórico-antropológicas de la dominación, se detectan tres aporías en esa transición propositiva cruciales para entender la relación entre los dos autores: cómo personificar la dominación impersonal del Estado moderno, cómo acomodar la pluralidad en un orden político desencantado y cómo afrontar la relación ética entre medios y fines en política. Mientras que Weber propondrá una forma republicana en la cual el Presidente, apoyado plebiscitariamente en las masas, actúa consolidando la legitimidad legal-racional del régimen democrático a través de su carisma; Schmitt teorizará una forma inspirada en la Iglesia católica, en la que el soberano actúa como decisor de lo político en la excepcionalidad y como catalizador de la identificación total del pueblo con el Estado bajo la distinción amigo-enemigo.
Since Hobbes, the theorization of the personal sovereign within the political order as a denatured representative instance has been conflictive. This study aims to address that problem in the work of Max Weber and Carl Schmitt, who, parting from a diagnosis of modernity as disenchantment of the world, display opposing conceptions of political representation and democracy which grant a major role to the sovereign as the last ratio of order before the democratization of the State. In the light of two historical-anthropological conceptions of domination, three crucial aporias are detected in this propositive transition to understand the relationship between both authors: how to personify the impersonal domination of the modern State, how to accommodate plurality in a disenchanted political order and how to deal with the ethical relationship between ends and means in politics. On one hand, Weber proposes a republican form in which the president, supported by the masses in a plebiscite, acts by consolidating the legal-rational legitimacy of the democratic regime through his charisma. On the other hand, Schmitt theorizes a form of representation inspired by the Catholic Church, in which the sovereign acts as a decision-maker in the political sphere in exceptional cases and to a greater extent, as a catalyst for the total identification of the people with the State under the distinction friend- enemy.
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