Para la tradicional política de asilo mexicana, los años setenta resultaron significativos en tanto su confrontación con distintas realidades políticas de América del Sur.
Fueron años de otorgamiento masivo o selectivo, según los casos y las coyunturas, de asilo diplomático. Ello devino en una sistemática ruta de migración política hacia México. También ello favoreció la idea generalizada de amplio otorgamiento de asilo diplomático sin reparar en los matices, a veces considerables entre, por ejemplo, una coyuntura, un determinado tipo de perseguido político o entre uno u otro país.
Un acercamiento a tres experiencias de los setenta (Argentina, Chile y Uruguay) hacen posible observar diferentes consideraciones y variables que se le presentan a un mismo estado asilante (México) ante realidades políticas en apariencia similares y simultáneas.
En el artículo se propone observar algunos aspectos medulares de la Convención de Asilo Diplomático de 1954 y sus diversas formas de interpretación y aplicación dadas las tres realidades. Asimismo se pretende dar una explicación, a partir de explorar, distinguir y analizar esas diferentes consideraciones y variables, de las tensiones que se producen entre la norma y los hechos del asilo.
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