El cambio político de 1820, propiciado no solo por una sublevación militar triunfante sino también por el rotundo fracaso de la primera experiencia absolutista en el sexenio anterior, otorgó a los liberales la oportunidad de mostrar la viabilidad del gobierno representativo articulado en la Constitución de 1812. La práctica constitucional convenció al ala moderada, en la que se contaban los más destacados protagonistas de las Cortes de Cádiz, de impulsar su modificación para acercarla a los modelos de Monarquía moderada y Gobierno parlamentario vigentes entonces en Reino Unido y Francia. Los liberales andaluces tuvieron, en la teorización y la plasmación práctica de la reforma, un protagonismo singular
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