La relación que durante años mantuvieron la escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda y el hacendado Ignacio de Cepeda saltó a la luz en 1907, cuando se publicó la correspondencia secreta que habían iniciado en el verano de 1839. Superado el escándalo que causó entonces este descubrimiento y para admiración de la crítica literaria, las reediciones de estas cartas han superado en número a las de la extensa obra de la autora hispano-cubana, pese a que muy pronto se hizo evidente que su editor las había manipulado a conciencia para hacer de ella una heroína romántica.
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