La tradición cristiana le identifica con la personificación más absoluta de la maldad. El Nuevo Testamento le atribuye el peor crimen que se haya perpetrado jamás en la historia: la matanza de todos los niños menores de dos años, nacidos en la ciudad de Belén. Más allá de este pasaje de los evangelios, en la figura de Herodes convergen las luces y sombras de un rey que supo mantenerse en el poder cuando Israel fue conquistada por Roma y los judíos luchaban por su independencia.
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