El estado de California lleva diez años lidiando con el HLB. Gracias al control biológico de su vector, Diaphorina citri, y al manejo de sus principales ‘aliadas’, las hormigas argentinas, ha conseguido reducir y confinar las poblaciones de este psílido a las áreas urbanas y que la bacteria causante de esta enfermedad incurable, la más grave de la citricultura, no llegue a las zonas productoras.
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