Este artículo analiza las causas económicas y políticas y la evolución de la guerra tecnológica entre EEUU y China, iniciada en 2015 y que desde entonces se ha venido recrudeciendo. A las distintas medidas de control de las exportaciones se une, desde la Administración Biden, un intento por maximizar la distancia tecnológica con los competidores mediante incentivos masivos en forma de subvenciones y beneficios fiscales, que desequilibran el terreno de juego de forma peligrosa para otros actores mundiales como la UE.
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