La aspirina ha venido usándose durante décadas como prevención secundaria del infarto de miocardio o del ictus en pacientes con cardiopatía isquémica o enfermedad cerebrovascular conocida. El tratamiento antiagregante se asocia a una reducción del riesgo de infarto de miocardio no fatal de un 33%, de un 25% la reducción del ictus no fatal y un 17% sería la reducción de otros eventos vasculares.
Estos pacientes, al igual que otros sin patología vascular previa, pueden verse sometidos a intervenciones quirúrgicas. Dichas prácticas están asociadas a un riesgo de desarrollar una complicación cardiovascular perioperatoria, aunque no se trate de cirugía cardíaca. Estas complicaciones incluyen muerte por PCR, infarto de miocardio no fatal y otros síndromes coronarios agudos. Además, el infarto de miocardio perioperatorio se asocia a una mortalidad intrahospitalaria del 15-25%.
Datos recientes sobre el riesgo de interrumpir el tratamiento antiagregante en pacientes con stents coronarios han destacado el papel de la aspirina en el periodo periopeatorio. Sin embargo, es llamativa la falta de estudios prospectivos y randomizados en la literatura científica acerca de esta cuestión.
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