La COVID-19 ha provocado muchos cambios en el sistema sanitario y, por supuesto, en Atención Primaria. La pandemia ha marcado un antes y un después para la Atención Primaria, tanto a nivel organizativo en los centros de salud como en la manera de abordar las demandas y necesidades de los pacientes, y en el desempeño de la Medicina Familiar.
En marzo de 2020 todos veíamos con preocupación cómo la Atención Primaria era invisible para las administraciones. La forma inicial de abordar la atención a la pandemia con un enfoque hospitalocentrista ha condicionado probablemente el diseño organizativo a lo largo de las diferentes oleadas. Al comienzo de la pandemia, la Atención Primaria no disponía de pruebas para el diagnóstico de la COVID-19, y fuimos testigos de cómo la inquietud y el miedo se apoderaba de los médicos y médicas de familia, muy especialmente en aquellas comunidades autónomas (CCAA) en las que el virus azotaba con fuerza a la población. La Atención Primaria, como siempre, se mantuvo cerca de la ciudadanía, priorizando la atención telefónica y dando respuesta a las demandas de los pacientes, muy especialmente al abordaje de la COVID-19. La Atención Primaria trabajó no solo como un eficaz muro de contención de la epidemia, sino también gestionando y resolviendo en el domicilio los casos leves o moderados que no necesitaban ingreso hospitalario.
Sin embargo, para seguir haciendo frente a la pandemia y a la nueva situación se precisaban cambios organizativos y de gestión, más profesionales y nuevos roles.
Es importante constatar que, para el buen desempeño de la Medicina Familiar del siglo XXI, para que la Atención Primaria salga reforzada de esta pandemia, las soluciones pasan por una adecuada financiación y una apuesta firme por mantener la longitudinalidad.
The COVID-19 pandemic has led to many changes in the healthcare system including of course in Primary Care. The pandemic has marked a before and after for Primary Care both on an organisational level in healthcare centres, how patient requests and requirements are tackled and how family medicine is conducted.
In March 2020 we all worried at how Primary Care appeared to be invisible for administrations. How the pandemic was initially managed with a hospital-centric approach probably conditioned the organisational design over the different waves. At the onset of the pandemic, Primary Care did not have tests to diagnose COVID-19, and we witnessed how concern and fear took hold over family doctors, most especially in those autonomous communities in which the virus whipped the population hard. Primary Care as always, stayed close to citizens and priority was given to telephone attention and responding to patient requests, most especially when tackling COVID-19. Primary Care worked not only as an effective protective wall for the epidemic but also to manage and resolve mild or moderate cases at home that needed hospital admission.
However, to continue managing the pandemic and the new situation organisational and management changes, more professionals and new roles were all required.
It is important to observe that for family medicine to function correctly in the 21st century and so that primary care comes out of this pandemic stronger, solutions entail both correct financing and a firm commitment to upholding continuity.
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